Un día, Jesús
estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
"Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos".
El les dijo entonces: "Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino;
danos cada día nuestro pan cotidiano;
perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación". (Palabra del Señor)
El les dijo entonces: "Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino;
danos cada día nuestro pan cotidiano;
perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación". (Palabra del Señor)
Jesús, dice el Evangelio, estaba orando. A cada uno de nosotros, por lo menos a mí, se le ocurriría preguntar: ¿Qué reza? ¿Qué dice?...se pasaba toda la noche en oración, se alejaba a rezar mientras los discípulos estaban trabajando por el reino… ¿Qué dirá? Y le preguntan, y quieren saber qué y cómo rezar.
Jesús les da una
oración, que después cada uno puede desmenuzar en cada frase, pues cada una de
ellas es una lección de vida, una forma de vivir, un desafío, pues no es
cuestión de rezar y dejar que mágicamente, las palabras se cumplan, sino que ,
como nos dice Jesús en otra parte: llamen y se les abrirá, busquen y
encontrarán, pidan y recibirán…o sea que rezar el Padre Nuestro es YA ponernos
en movimiento, el Padre Nuestro es una oración de compromiso y de alabanza.
Porque para recibir, hay que pedir, para encontrar hay que buscar, para que nos
abran, hay que llamar.
Si decimos
PADRE, le estamos definiendo, o sea Padre es el que acaricia, el que protege,
el que ama, el que provee, pero también el que pone límites el que corrige, el
que educa. Decirle Padre, es dejarle ser Padre.
Decir
santificado sea tu nombre, es decir bien el nombre de Dios, no meterlo en
juramentos humanos, no maltratar su nombre, no blasfemar.
Decir que venga
el reino, es ponernos es marcha a lograrlo. El reino viene porque está en cada
uno de nosotros, entonces, el mundo, nuestro mundo debería ser más justo, más
fraternal, más misericordioso. Si esto no pasa, algo debemos estar haciendo
mal.

Cuando pedimos
que nos perdone los pecados, ya lo dijimos, es que estamos en marcha de
perdonar lo que nos hicieron, el daño, el mal que voluntaria o
involuntariamente nos hicieron. A veces quisiéramos recortar un poco la oración
por este lado, pero por eso este dialogo con Dios nos ayuda a sanar, y mirar
hacia una vida mejor.
Cuando pedimos
que no nos deje caer en la tentación, entonces de verdad, con mucha firmeza ,
nos alejamos de la tentación, no nos metemos en el fuego, evitamos todo aquello
que nos haga caer, evitamos personas, páginas de internet, evitamos revistas,
fotos, videos, situaciones de quedarnos solos, evitamos exponernos a una coima,
evitamos copiar en exámenes, evitamos tentaciones de aquí y de allá…
El padre nuestro
no es una oración tipo muletilla. Es una oración que nos compromete, que nos alienta,
que nos sirve de revisión de vida cuando la rezamos al final o de aliento y proyecto
cuando la rezamos al comienzo del día.
Buena jornada para
todos. Dios bendiga nuestro día y nos de fuerzas para poder rezar el Padre Nuestro.